lunes, 14 de octubre de 2013

Los hongos del VIH y la respuesta inmune

Pneumocystis
La neumonía por Pneumocystis suele ser la enfermedad que define el SIDA y ocurre cuando el conteo de CD4+ es menor a 200 células x mm3. Los síntomas comunes de esta neumonía suelen disnea progresiva, tos no productiva, y fiebre de bajo grado. La disnea aguda con dolor tipo pleurítico puede indicar el desarrollo de un neumotórax.

Una respuesta inflamatoria efectiva es necesaria para controlar la neumonía por este patógeno. La respuesta contra Pneumocystis involucra interacciones complejas entre las células CD4+, macrófagos alveolares, neutrófilos y mediadores solubles que facilitan el aclaramiento de la infección. El TNF-α y la IL-1 son necesarias para iniciar la respuesta. Las células proliferan en respuesta a los antígenos de Pneumocystis y generan mediadores de citoquinas que incluyen la linfotactina y el IFN-γ. La linfotactina es un potente quimioatrayente y el IFN-γ activa la producción de TNF-α, superóxidos y especies reactivas de nitrógeno. Ahora bien, aunque los linfocitos son necesarios para el aclaramiento del patógeno, su presencia puede explicar la alteración pulmonar durante la neumonía.

Los macrófagos alveolares son los principales fagocitos que median la degradación de micro-organismos en el pulmón. En los pacientes con SIDA la función de los macrófagos está alterada lo que resulta en menor aclaramiento de Pneumocystis. La pared celular de Pneumocystis tiene mucho β-glucano y los macrófagos alveolares reconocen este componente gracias a los receptores CD11b/CD18 integrina (CR3), dectin-1 y TLR-2. Durante la infección por Pneumocystis hay un importante aumento de IL-8, MIP-2, IIP de 10 kD. La IL-8 se correlaciona con la infiltración por neutrófilos y sus niveles se pueden correlacionar como predictores de compromiso respiratorio severo.

Las formas tróficas del patógeno se adhieren fuertemente a las células alveolares tipo I, a través de interdigitaciones de sus membranas con las del huésped. La unión de Pneumocystis está facilitada por interacciones de las proteínas del huésped, como la Fibronectina y la Vitronectina. Las proteínas del surfactante tipo A y D interactúan con la glicoproteína A del patógeno. La proteína A modula las interacciones del Pneumocystis con los macrófagos alveolares. En contraste, la proteína D media la agregación de Pneumocystis y debido a que muy pocos microorganismos son tomados por los macrófagos muchos escapan la eliminación.

Cryptococcus
La meningitis por Cryptococcus es una infección oportunista común que define SIDA en pacientes en fase tardía por VIH. La mortalidad por esta enfermedad es alta (10 – 30%) debido a los inadecuados fármacos anti-fúngicos y la complicación de aumento de la presión intracraneal.

La infección se adquiere por la inhalación de pequeñas levaduras o basiodiosporas. La infección pulmonar primaria es frecuentemente asintomática y puede ser erradicada o controlada con granulomas. Esta respuesta inflamatoria granulomatosa involucra respuesta mediada por células CD4 y CD8 y un patrón de respuesta TH1 que confiere protección contra el patógeno. Cryptococcus tiene varios factores de virulencia que le permiten sobrevivir y replicarse en el huésped humano, especialmente si la respuesta por células T está comprometida. Estos incluyen, la capacidad de sobrevivir a 37°C, la cápsula, que es antifagocítica y disminuye las respuestas celular y humoral y la lacasa y melanina que interfieren con la muerte oxidativa de los macrófagos.


La producción de melanina a partir de la l-dopa por la enzima lacasa puede sumar a la predilección del organismo por el SNC. Cryptococcus es un patógeno extracelular e intracelular y puede sobrevivir y replicarse en los fagolisosomas ácidos de los macrófagos. Estos son los que transportan el patógeno al SNC. Los pacientes con SIDA no hacen granulomas y suelen tener mayor compromiso del parénquima cerebral y una mayor presencia de levaduras que tienden a ser extra y no intra-celulares.

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