El sistema inmune se divide en un
componente de respuesta adaptativa y otro componente de respuesta innata, cada
una representando papeles y funciones diferentes e importantes y que
dependiendo de la exposición o del objetivo del sistema pueden interactuar en
diferentes pasos para lograr una defensa efectiva, adecuada y no deletérea.
La respuesta inmune innata se
basa en un sin número de receptores y proteínas secretadas que se codifican en
las líneas germinales y las cuales tienen como función reconocer características
comunes de la mayoría de los patógenos, como algunos componentes de membrana. En
contraste la respuesta inmune adaptativa utiliza procesos más complejos basados
en la reorganización genética celular para la producción de un amplio
repertorio de receptores de antígeno que son capaces de reconocer moléculas de
una forma más específica y crear memoria a dichos antígenos.
Sin embargo lo anterior no significa
que la respuesta innata sea de menor importancia o menor efectividad, por el
contrario esta respuesta es la primera línea de defensa y alteraciones en sus
componentes predisponen a dichas personas a sufrir de infecciones más fácilmente.
Adicionalmente cabe resaltar que la respuesta innata discrimina efectivamente
las células propias del hospedero de aquellas
partículas patógenas, contribuyendo además de la primera línea de
defensa un puente importante hacia la respuesta adaptativa.
Teniendo en cuenta lo anterior,
es importante recordar que la respuesta frente a un nuevo patógeno tiene lugar
en tres fases: cuando un patógeno es capaz de evitar las barreras anatómicas del
hospedero (piel, mucosas, etc.) algunos mecanismos de respuesta innata inician
su acción de una forma inmediata, esta primera línea de defensa incluye
diversas proteínas solubles que se encuentran en la sangre, liquido
extracelular, y secreciones epiteliales cuya función es intentar aniquilar el patógeno
o atenuar su patogenicidad; así por ejemplo las enzimas antimicrobianas como
las lisozimas lisan la pared celular de las bacterias, los péptidos antimicrobianos
como las defensinas atacan las membranas celulares bacterianas directamente, y
un sistema de proteínas plasmáticas conocidas como sistema del complemento
atacan a los patógenos por lisis y por fagocitosis mediada a través de células de
la respuesta innata como los macrófagos
En una segunda fase de la
respuesta, estas células de respuesta innata censan la presencia de moléculas patógenas
por reconocimiento de moléculas típicas de un microbio que no comparten las células
del hospedero (patrones moleculares asociados a patógenos PAMPs), y se convierten
en células activas montando diferentes para eliminar la infección. Solo si los
microorganismos son capaces de evadir esta línea de defensas se debe montar una
respuesta adaptativa o tercera fase que se basa en la expansión de linfocitos dirigidos
a antígenos específicos del patógeno blanco y en la formación de células de
memoria que proveen una inmunidad de larga duración y especifica.
Es importante
conocer estos mecanismos pues de esta forma la apreciación de los diferentes
mecanismos fisiopatológicos de los microorganismos y la respuesta del organismo
frente a estos, comprenden la base fundamental de diferentes tratamientos e
intervenciones que se puedan realizar en los pacientes.
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